Un día, un campesino japonés se
detuvo a reflexionar sobre el hecho de que, en los grabados antiguos, siempre
aparecían patos en los campos de arroz. Así descubrió que los patos son el
mejor aliado para estos cultivos: se comen las malas yerbas pero dejan el
arroz, y al mismo tiempo se encargan de abonar la tierra. Un regalo de la
naturaleza que sabían nuestros antepasados y el mundo moderno relegó al olvido.
Este fue uno de los ejemplos que ofrecieron los chicos de la asociación
Ecopráctica en una reunión organizada por Amartya.
Hablaban de permacultura, esto
es, una suerte de fusión entre nuevas tecnologías y conocimientos ancestrales
que aspira a aprovechar lo que tiene para darnos el planeta sin agotar sus
recursos.
Reestableciendo los ciclos naturales
y circulares en los que se basa la vida en la tierra, en los que nada se pierde y todo se
transforma, y eliminando de nuestra cultura ese pensamiento lineal, instalado
en el mismo centro del sistema capitalista que pretende vivir como si los
recursos fueran infinitos.
Su fundador, David Holmgren, explicó
que la permacultura pretende generar "proyectos diseñados que imitan los patrones
naturales y las interrelaciones que existen en la naturaleza y redundan en una
abundancia de alimentos, fibra y energía para abastecer las necesidades de las
personas y de su hábitat".
Es decir: sustituir los depredadores
y despilfarradores procesos de producción del capitalismo por otros patrones
que se inspiren en la naturaleza y su abundancia
sostenible. Se buscan procedimientos que evitan la erosión y aumentan la
fertilidad.
Lo contrario del modelo latifundista
del agronegocio exportador, que
muchas veces impone el monocultivo, tan pernicioso para la fertilidad de la tierra y que conduce a la
erosión. Hay recursos que pueden ser inagotables, pero sólo si se respetan sus
ciclos naturales.
El agua es el ejemplo básico y vital
para la supervivencia humana: el agua nos llega a través de la lluvia, es
absorbida por la tierra, termina emergiendo de nuevo y se
evapora para volver a las nubes en un ciclo eterno... pero que puede no ser
eterno si los hombres rompen la armonía de ese ciclo natural y cambia el flujo
de los ríos - algunos, tan importantes como el río Xingú, en la Amazonía
brasileña, donde se construye una de las mayores represas hidroeléctricas del
mundo-, o cuando cada vez más superficie del planeta está cubierta de materiales
como el asfalto que impiden la absorción del agua por la tierra.
La permacultura propone que cambiemos a nuestros patrones de conducta para ir hacia
comportamientos más saludables y sostenibles, que garanticen una vida digna no sólo para
los 7.000 millones de personas que habitan el planeta, sino también para las
nuevas generaciones, que,
si no le ponemos remedio, habitarán una tierra menos generosa y
sin margen para la acción.
Por eso nos dicen que lo primero es
reparar el daño que se ha hecho, para impedir que se atraviese ese punto de no
retorno sobre el que hace tiempo alertan los ecologistas, Y tras la reparación
del daño causado vienen las otras dos oportunidades de la permacultura:
retroalimentación - vida encomunidad, formación de nuevos lazos y
círculos de vida- y la relocalización - que todo vuelva a ser más local y menos
global. Se pretende que esta nueva forma de pensar el mundo informe nuestros
actos cotidianos como productores y como consumidores.
Es verdad que las
acciones individuales se quedan cortas; es necesaria una acción colectiva y
política que cambie patrones estructurales.
Pero tampoco es menor la incidencia
que pueden tener nuestros pequeños actos: cada vez que compramos al pequeño
comerciante en lugar de al gran distribuidor; que privilegiamos la compra de
productos locales; que plantamos una huerta e intercambiamos nuestras lechugas
y tomates por la miel que
produce un conocido.
Tal vez no tenemos
dónde trabajar una huerta pero sabemos que hay cooperativas que venden verduras
y las llevan a domicilio.
Lo maravilloso de todo es que aún
estamos a tiempo. Y son nuestras generaciones las que pueden marcar los cambios.
Las conciencias van
despertando y tal vez lo mejor esté por venir.
Ecoportal.net
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