Una noche, en el verano de 2010, en la periferia de la región de Waziristán, en el noroeste de Paquistán, una media docena de hombres de una familia tribal esperó con nerviosismo la llegada de un invitado cuya identidad no conocían.
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Habían sido alertados de esta visita semanas antes por alguien que describen simplemente como una "persona importante". No se les dio ningún nombre, y la hora exacta de la llegada del huésped se transmitió pocas horas antes.
A eso de las 23:00 horas, cuando todo el mundo alrededor de ellos se encontraban durmiendo, se oyó el ruido de los vehículos aproximándose.
"Una docena jeeps de grandes ruedas entró en el recinto", recuerda un anciano de la familia.
"Parecía que venían desde distintas direcciones".
Uno de los 4x4 condujo hasta cerca de la terraza, y de su asiento trasero apareció un hombre alto y de aspecto frágil. Llevaba túnica y un turbante blanco.
Los hombres que esperaban no podían creer lo que veían. De pie delante de ellos se encontraba nada menos que Osama bin Laden, el hombre más buscado del mundo.
"Nos quedamos mudos", dice el anciano. "Era la última persona que esperábamos ver aparecer en nuestra casa".
Se mantuvo al lado del vehículo durante un tiempo estrechando manos. El anciano explicó que besó su mano y la apretó contra sus ojos en un gesto de reverencia.
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