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domingo, 25 de agosto de 2013

Como pronosticar el clima con métodos caseros (y bastante fiables)


Desde el comienzo de los tiempos y hasta la llegada de las tecnologías modernas, las personas construyeron su conocimiento meteorológico, fundamentalmente a través de la observación. Esta fascinación con los fenómenos atmosféricos excede la curiosidad natural. Nuestra vida como seres humanos no sólo está condicionada sino también determinada en muchos aspectos por el clima y el tiempo, por lo que pronosticarlo es una necesidad constante, además de una práctica habitual y natural. La investigación científica ha permitido la producción de pronósticos con un nivel creciente de exactitud, pero siempre ha habido modos no científicos de predecir el tiempo y aún en nuestros días, el común de la gente confía en ellos.

Durante mucho tiempo, se creyó que el tiempo era obra de dioses; se presentaba agradable cuando los dioses estaban contentos y era inhóspito cuando estaban molestos. La gente buscaba señales en todas partes, desde el pasto hasta las estrellas… Especialmente los granjeros y los marineros quienes desarrollaron sus propias maneras de predecir el tiempo. Muchos de los proverbios más famosos provienen de sus tradiciones y han sido transmitidos de una generación a la otra.


Cuando las golondrinas vuelan bajo puede ser señal de que la presión del aire está cayendo; se sabe que el canto de algunas aves es más frecuente con las bajas de presión. Los ciervos y los alces a veces reaccionan al viento y a la presión, buscando abrigo en los valles. Algunas especies pueden comer más antes de una tormentas para luego buscar refugio. Algunas flores se cierran cuando aumenta la humedad para que la lluvia no lave su polen. Incluso la gente puede notar cuando baja la presión barométrica; por ejemplo, pueden doler las articulaciones o los huesos recientemente fracturados. Pero tradicionalmente, los humanos confían más en el comportamiento de los animales que en sí mismos para predecir cambios del tiempo, basándose en la idea de que estas formas “inferiores” de vida son más sensibles a este tipo de cambios que los seres humanos.

Al hablar del comportamiento animal como forma de predecir el tiempo, tenemos que recordar que está basado en observaciones y no en estudios científicos. Sin embargo, es verdad que bajo ciertas circunstancias, el pronóstico es bastante exacto y resulta ser válido. 

Antes de desatarse mal tiempo, las golondrinas y los murciélagos vuelan más bajo que de costumbre. Estos animales tienen oídos muy sensibles a los cambios de presión. Así, cuando la presión comienza a bajar, lo que suele indicar un empeoramiento del tiempo, deben volar más bajo para compensar esa caída de la presión. Otra razón por la que vuelan más bajo es que también los insectos que comen estas aves vuelan más bajo cuando desciende la presión y aumenta la humedad, que pesa en las alas de los insectos. En cambio, si lo que se acerca es una tormenta, las golondrinas vuelan más alto en busca de su alimento, debido a que los pequeños insectos son arrastrados por las fuerzas ascendencias de aire que se producen en el seno de las tormentas.

Cuando las arañas tejen sus telas quiere decir que la lluvia se encuentra lejos. En cambio, las ranas croan más como preludio de lluvia. Esto se debe a que las ranas no toleran que se evapore la humedad de su piel. Por ello, en los días de poca humedad, se encuentran casi siempre dentro del agua; pero cuando se aproxima la lluvia, y la humedad ambiental aumenta, suelen salir de agua y croar con mayor frecuencia.

Las abejas tienen también un sentido muy desarrollado para preveer los cambios de tiempo. Así, retornan al panal antes que se desencadene el mal tiempo. Pero también en el caso de las abejas podemos observar predicciones a más largo plazo ya que cuando a finales de verano y durante el otoño hay más abejas de lo normal, o si están especialmente activas, es altamente probable que el invierno sea frío y abundante en nevadas.

Otros dos animales que parecen intuir la llegada de las lluvias son las hormigas y las vacas. Cuando las hormigas van en procesión, o sea cuando tienden a marchar en línea recta formando una fila, la lluvia parece estar asegurada, mientras que las vacas se tumban ante la llegada inminente de la lluvia, al parecer para mantener seca una parcela de hierba bajo ellas.

Por otra parte, la llegada de las aves migratorias ha sido desde la antigüedad un signo que marcaba el final del invierno. Últimamente, y debido al ascenso que han experimentado las temperaturas a lo largo del Siglo XX, muchas de estas aves ya no realizan su viaje anual huyendo del invierno, y podemos ver a algunas de ellas pasando el invierno en nuestras tierras.


Uno de los insectos más precisos a la hora de proporcionar información meteorológica es el grillo. Éstos incrementan la frecuencia de sus chirridos a medida que aumenta la temperatura, debido a la aceleración de su metabolismo. Contando los chirridos podemos calcular la temperatura ambiente. Los grillos son un termómetro.



Temperatura = (nº de chirridos en 1 minuto/5)+9

Otros signos naturales que siempre se han asociado a la aparición probable de lluvia son por ejemplo el orejeo de los mulos, cuando los gatos se lavan la cara, cuando se bañan las palomas o la aparición de las hormigas con alas.

Por otra parte, se ha considerado un indicio de cambio de tiempo, cuando el gallo canta durante el día o cuando las cicatrices, antiguas heridas y amputaciones en los humanos, duelen, pican.

En cuanto al mundo vegetal, las piñas de los pinos son uno de los indicadores del tiempo más fiables. En tiempo seco, las escamas de la piña se abren; cuando se cierran, es señal de que va a llover. Esto se debe a que en tiempo seco las escamas se ponen rígidas y, cuando el aire está húmedo, absorben humedad y se vuelven flexibles de nuevo, permitiendo a la piña cobrar su forma natural.


Lo que queda claro es que, dejando a parte ciertas supersticiones, algunos animales o plantas parecen poseer un sexto sentido que les hace anticiparse a los cambios de tiempo, algo que los humanos hemos ido perdiendo a lo largo de nuestra evolución.




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