Natural, de ajo, ajonjolí, albahaca, aceite de oliva, jalapeño picante, maní, almendra con pasas y granola.
El blanco pan hecho con harina de yuca, herencia
culinaria de los taínos, se diversifica. Y de qué manera. Desde hace año y medio, una pequeña empresa familiar
en Santiago le brinda al público la oportunidad de probarlo en nueve variedades
de sabores: el tradicional, con ajo, ajonjolí, albahaca, aceite de oliva,
jalapeño picante, maní, almendras con pasas y granola. Sabores y texturas difíciles de imaginar, sobre todo el de ají jalapeño. O el de
almendras.
Esa curiosidad por probarlos atrae cada vez más
comensales hasta la modesta enramada de Casabe Gourmet San José, en la autopista
Duarte kilómetro 4, a la altura de Sabaneta, en la entrada a
Santiago.
La idea es de los esposos Andrés Bisonó y Teresa
Fernández. Cuenta don Andrés, quien antes era ferretero, que cuando sus hijos
comenzaron la universidad en Santiago se sacrificaba y viajaba todos los días
desde el municipio San José de las Matas (Sajoma), de donde son oriundos, viajes
que aprovechaba la gente para pedirle que le trajera el famoso casabe de
Sajoma.
“Eso eran encargos y encargos, entonces me dije: ¿por
qué no traerles la fábrica aquí?”. Así lo hicieron. Comenzaron vendiendo el
casabe natural en una mesita. Luego fueron agregando los sabores (por
curiosidad) y creciendo en público y en
espacio.
Artesanal
Cómo mezclan y
compactan los ingredientes con la harina de yuca es un secreto que Bisonó
prefiere no compartir. Su casabera es, además, la única que ofrece tantas
variedades de casabe en el país, dice. “Y eso no es nada. Nos hemos ido
frenando. Les pedimos al Señor que nos ayudara y ahora estoy frenando,
porque me han llovido las ideas y no las
puedo sacar todas”. Lo que sí destaca es
que los preparan de manera artesanal y a “mano pelá”, porque la yuca tiene una
particularidad, explica Bisonó: “Absorbe los olores a medida que se calienta en
la plana (de cemento), si lo hacen con un guante de goma, absorbe su olor y sabe horrible”.
Bisonó admite
que no esperaba que la gente se volviera loca con los casabes de sabores, como
ha ocurrido. Sin embargo, dice que hasta el momento no piensa exportarlos. “No me voy a poner a inventar. Primero vamos a darlo a
conocer al país. Aquí hay suficiente mercado, hay gente en la capital que la
mitad es mucha”.
En la casabera
trabajan seis empleados, más los hijos
de Bisonó, Adolfo y Tomás, que atienden a los clientes. “De eso vivimos, de ahí se les paga la universidad a
los muchachos, dos varones y una hembra”.
El favorito de
las mujeres
Andrés Bisonó
tardó un mes en conseguir el casabe con sabor a almendras, el más caro del menú.
“La almendra es sosa y el casabe ni se diga. Lograr sacar un sabor agradable me
costó bastantes pruebas, los demás son más fáciles de conseguir”,
explica.
Dice que el
favorito de las mujeres es el de albahaca. “No se pueden
resistir. Lo he catalogado como el
casabe de la mujer”.
El último
ingrediente del catálogo, el de granola, es ideal para quienes hacen dieta, asegura Bisonó. “Es excelente porque el casabe de por
sí tiene fibra, y hay personas que aquí han dado su testimonio de que les
funciona”, explica.
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