POR JOSÉ DEL CASTILLO PICHARDO
1964 fue un año complicado. En Estados Unidos, tras el asesinato del liberal bostoniano John F. Kennedy el 22 de noviembre en Dallas, el tosco tejano Lyndon B. Johnson -quien ganaría las presidenciales de ese año- heredaba una agenda cargada de conflictos locales y tensiones internacionales. La lucha de los negros por los derechos civiles y contra la segregación, encabezada por Martin Luther King, había alcanzado su cota con los incidentes raciales en el Sur, particularmente en Mississippi y Alabama, donde las autoridades segregacionistas blancas se oponían a la política de integración en las escuelas, universidades, transporte y otras facilidades públicas. Ya el reverendo King -el 28 de agosto del 63- había pronunciado su famoso discurso I have a dream ante el Lincoln Memorial en Washington, en la culminación de la marcha por la libertad y el trabajo. Un año más tarde, recibiría el Premio Nobel en Estocolmo.
En lo internacional figuraba el control de la proliferación nuclear por parte de las dos superpotencias -China explosionaría su primera bomba atómica en octubre- y la carrera espacial. Reemplazo del Nikita Kruschev desestalinizador por el "duro" Brézhnev. Descolonización en África y Asia, con replanteo de hegemonías regionales entre las potencias coloniales y el expansivo poder americano, junto al desarrollo del socialismo africano y las guerras de liberación nacional. Escalamiento de la presencia militar de EEUU en Vietnam a raíz del incidente del Golfo de Tonkín. Creación de la OLP de Arafat apoyada por la Liga Árabe de cara al conflicto con Israel. Seguidilla de golpes de Estado en América Latina, que en el 63 se llevó las democracias de Arosemena, Villeda, Bosch, y en el 64 lo hizo con Goulart en Brasil, bajo la doctrina de Seguridad Nacional que sembró dictaduras en el Sur.
El desarrollo del Tercer Mundo, la explosión demográfica y el control natal, la radiografía del hambre y la producción de alimentos, el comercio desigual entre Norte y Sur, la rebeldía juvenil, las encíclicas sociales, las bondades del capitalismo versus las del socialismo, las democracias y los regímenes de partido único, eran tópicos de debate mundial. En ese contexto, mientras el Triunvirato enfrentaba aquí crecientes conflictos laborales, estudiantiles y pugnas militares, entre el 31 de julio y el 12 de agosto del 64, se celebró en la Universidad de Massachusetts la 5ta Asamblea General de la World Assembly of Youth (WAY) o Assemblée Mondiale de la Jeunesse (AMJ), en el hermoso y apacible campus de Amherst, a la que asistí encabezando la delegación dominicana. Junto a Luis Henry Molina, de la CASC, Lucas Rojas, del BRUC, Manuel Miniño e Hipólito Martínez, de la Juventud Social Cristiana. A la que se sumó Miguel Ángel Heredia Bonetti, quien venía de participar en un congreso de Pax Romana en Washington. Yo presidía entonces la Juventud Social Demócrata.
La WAY fue fundada en 1949 en Londres, como expresión del inicio de la Guerra Fría, al fracturarse el bloque de los aliados que ganaron la II Guerra Mundial y que en la postguerra, en adición a las Naciones Unidas, fomentó un conjunto de entidades internacionales en todos los ámbitos (sindical, juvenil, estudiantil, femenino, periodístico, intelectual y artístico), entre ellas la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD). Mientras en ésta predominaron organizaciones alineadas con el movimiento comunista internacional y sus aliados, en la WAY se agruparon las juventudes socialdemócratas, liberales, democristianas. La lucha entre Occidente con EEUU y sus socios europeos a la cabeza y el bloque socialista que lideraba la URSS, apenas comenzaba.
A la caída de Trujillo, siendo un muchacho de 13 me enrolé en Acción Juvenil Cívica Revolucionaria, parte de aquella Unión Cívica apartidista o patriótica, que luchó en las plazas públicas por la salida de los Trujillo y Balaguer -con José Aníbal Sánchez Fernández y Mario Sánchez Córdova agitando a la gente concentrada en el Parque Independencia desde los balcones del local del Distrito Nacional y Miñín Soto movilizándose por los barrios en una guagüita anunciadora predicando la consigna "Navidad con Libertad". Tan popular que dio origen a un merengue. Ello, previo a la conversión de UCN en partido conservador que terciaría en las elecciones del 20 de diciembre de 1962 ganadas por el PRD. A mediados del 62, alejado del activismo cívico, acudí -como lo hacía con las charlas vespertinas de Corpito Pérez y Dato Pagán en el local del PNR- a una conferencia dirigida a la juventud por Jimenes Grullón, en la recién formada Alianza Social Demócrata. Al finalizar, se constituyó la juventud. Fui electo vicepresidente y meses después ocupé la presidencia.
Desde ese rol desarrollé una febril agenda de relaciones internacionales -escribiendo en papel timbrado de la JURESODE a todos los confines-, vinculándome a la Unión Internacional de la Juventud Socialista (IUSY), socialdemócrata, cuyo secretario para América Latina con sede en Viena era el español Miguel Ángel Martínez, actual eurodiputado. Así como a la WAY, creando su Comité Nacional junto a jóvenes de otras organizaciones (JRD, VRD, JRSC, BRUC, FURR, FOUPSA/CESITRADO, CASC), que también presidí. La juventud del 14 de Junio, invitada a participar, no se integró, identificada con la FMJD, como sucedió con grupos estudiantiles adheridos a la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), con sede en Praga. Carlos Delgado, secretario general de la juventud del APRA del Perú y presidente mundial de la WAY, visitó el país. Al igual que el peruano Luis Felipe Mejía y Víctor Hugo Román, de Liberación Nacional de Costa Rica, encargados de América Latina y el Caribe. Yo recibía la revista WAY Forum, publicaciones de la IUSY y la socialdemocracia sueca y noruega, de Acción Democrática de Venezuela, Liberación Nacional de Costa Rica y el APRA, así como de los laboristas ingleses y de Israel.
Los del machete verde coparon la delegación, ya que los amigos de la JRD, VRD, FURR y FOUPSA / CESITRADO no asistieron a la reunión de asignación de las cinco bolsas de viaje que la WAY me había situado en las oficinas de PANAM, que repartiría a partes iguales. Antes de partir, visité a Aisnlie B. Minor, cuyas oficinas de USIS estaban frente al Parque Colón, para recabar algunas informaciones prácticas. Henry y yo hicimos lo propio con Yuyo D'Alessandro -una suerte de hermano mayor muy querido. Llegamos a New York una tarde de julio, días antes de iniciarse el congreso y nos alojamos en Columbia University, centro de acopio de las delegaciones, a cargo de la asociación americana de estudiantes. Tras una ducha reconfortante, Henry y yo abordamos el Subway, rumbo a Times Square. Al ascender desde la estación de Séptima con Broadway y asomarnos al bullicio de la calle, la noche nos arropó con su magia de neón en el corazón de Manhattan. Un solo deslumbramiento, que aun retengo en la retina.
El congreso en Amherst fue un exitazo organizativo. Contó con guest speakers de la talla del célebre brasileiro Josué de Castro, quien presidió la FAO, experto en desarrollo y alimentación -autor de obras como Geopolítica del Hambre-, quien habló a la asamblea sobre esos temas. El 7 de agosto tocó el turno a Bobby Kennedy, a la sazón procurador general, recibido con tremendo entusiasmo por quienes veían en él a un potencial continuador del impulso reformador del hermano asesinado. Analizó las oportunidades de civilización que se ofrecían a las nuevas generaciones, así como los retos morales y políticos del momento. Incursionando, además, en tópicos de la Guerra Fría. Otra intervención impactante fue la de Carlos Delgado -luego cerebro político del gobierno populista del general Velasco Alvarado-, reivindicando el enfoque tercermundista.
Espectáculos de bandas de jazz, rock, cuartetos de blues y un magnífico concierto de la Sinfónica de Boston en el Hatch Shell de la Esplanade, en el bucólico Charles River Reservation, un parque con jardines y paseos en Swan boats. Tras el evento, nuestros anfitriones ofrecieron giras por diversos itinerarios y períodos. Yo escogí un programa que incluyó Pennsylvania -zonas mineras, fábrica de lápices y la pequeña comunidad de Martinsburg, organizada en torno al centro religioso, donde disfruté de la vida sencilla americana acogido en un hogar y de la fiesta de la cosecha del maíz, agarrado de la mano de Connie. Luego nos trasladaríamos a Washington, donde nos recibiría el almuerzo en un hotel con el veterano embajador viajero Averell Harriman. Encuentro en el Congreso con el junior senator por Idaho Frank Church -quien presidiría, ya como senior, el poderoso comité de relaciones exteriores del Senado y rendiría el celebrado informe sobre operaciones encubiertas de inteligencia de EEUU en el mundo. Visita a la Corte Suprema. Cena con el subdirector del Cuerpo de Paz y su esposa, en una típica casa washingtonian.
En New York, nuestro amigo David Spencer -director de asuntos internacionales de la asociación americana de estudiantes- nos organizó un programa que incluyó encuentros en organismos especializados en materia de juventud y estudiantes, política internacional, visita a la ONU, así como actividades artísticas y culturales. Entre ellas, la impresionante World Fair. Compañeros en estas giras fueron Víctor Hugo Román, de Costa Rica, Humberto Celli e Hilarión Cardozo, de Venezuela, Carlos Knopoff York, de Argentina. La hermosa Fresia Fernández Guarda, esposa de Anselmo Sule, luego senador y presidente del Partido Radical de Chile, vicepresidente junto a Peña Gómez de la Internacional Socialista.
Ha pasado medio siglo. Creíamos entonces, esperanzados, que íbamos a cambiar el mundo. Pero fue el mundo el que nos cambió a nosotros. Con su necia vocación de permanencia, a pesar de las mutaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario