¿Cómo narrar la epopeya sin vivir la vida como fue, instantes sublimados bajo una estela desgarrada, bajo el plomo homicida y la conquista de una utopía, que tremoló como bandera en el cielo invadido de la Patria? ¿Cómo se aproxima uno al telar abierto de disparos e incendios, en medio de gritos y susurros tejiendo alborotos en el corazón? Una pena o un amor, un apretar el gatillo, un aferrarse al trípode donde se embanderó de luz y garzas la torre en la dársena del río. ¿Cómo asumir una poblada de lumbre en los ojos murientes de los soldados? ¿Cómo tener tiempo para el llanto en el borde dilatado de una barrera de fuego? ¿Cómo volar pájaros de acero para dispersar palomas y chichiguas, arruinar la techumbre de una ciudad mansa y matar a mansalva? El poema y la novela se dan las manos, cruzan territorios intocados, no puede entonarse la canción sin narrar el horror de la guerra. Hay que violentar los códigos temporales, ayer es hoy y mañana, los paralelos discursivos bajo una fuente primorosa de metáforas. “Abril es el mes más cruel”, dijo el poeta T.S. Eliot, “engendra lilas de la tierra muerta”.
El renacimiento, la fl oración de imágenes, el cultivo de amor en cada duelo, en todo el sueño. Escribí “Las Bodas de Rosaura con la primavera”.
¿Quién es Rosaura? Rosaura no es un personaje único, es el punto focal de un encuentro inolvidable con la vida y los ideales de abril de 1965.
Rosaura vive la historia de todos los constitucionalistas, “ellos” son ella, ella es “ellos”. Pero el personaje vive la resaca, el refl ujo, la derrota que el poeta René del Risco, estatuyó como versión irrefutable en su poemario “El Viento Frío”. “De Abril en adelante”, escribió el gran Marcio Veloz Maggiolo”, dando constancia de los efl uvios y las caídas y la salvaguarda del porvenir. “Rosaura” simplemente enloquece. No puede vivir en la cordura de la mentira. No pudo sobrevivir a abril. Rosaura es víctima de guerra a nivel psicológico. En su entramado, los meses de abril, de la guerra, atraparon su alma, y ella narra sus desvaríos, las locuras de los otros. ¿Qué hace el escriba, escribe un poema o una novela? El escribiente cruza los géneros, porque sabe que no puede escribir de abril sin el relato, sin la prosa, sin la sucesión de los registros históricos, sin las distorsiones, sin la traslación imaginativa, sin la novela, pero a la vez, los versos proliferan, se vuelcan, acuden en ritual creador a sostener los raudos sonidos y colores de la aurora, sobre el pedazo de mar de la ciudad, donde atisbamos navíos y estrellas, redondeles y cardúmenes.
Jorge Volpi, hablando de su novela, “Oscuro bosque oscuro”, dice, que su obra no es un libro de poesía, sino una novela que usa el verso libre como recurso narrativo. Mario Benedetti, en su novela en versos, “El Cumpleaños de Juan Ángel”, logra un texto experimental de indudable valor literario basado en la sociedad uruguaya “confl ictuada” de los años de la dictadura. Alexandre Pushkin, escribió, “Evgueni Onéguin”, concluida en 1831, una formidable novela en versos, posiblemente el texto más traducido en otros idiomas de un escritor ruso. Una “novela negra” escrita en versos de Dorothy Potter, poeta australiana es un texto fundamental. Se trata según Volpi, “de poner la poesía o la prosa corta al servicio de la narrativa para lograr un novela surgida de la línea de experimentación, trazado primero por Ovidio (La Metamorfosis)”.
Escrita hace algunas décadas, “La bodas de Rosaura con la primavera” juega con los espacios histórico temporales, ella, Rosaura viaja en el tiempo, un misterioso vínculo ordena su presencia, activa el azar, nos retorna al ensueño, juega con la muerte, se hace visible en la leyenda, las historias están llenas de rumores, de cánticos y querellas.
Es abril, Rosaura es abril, abril es sumario de un ajuste de cuentas histórico. Cuando Rosaura habla la vida transcurre insólita, yugulada por el espanto, la ciudad cuelga como una pancarta en su rostro, ella es la ciudad, los escapularios, las citas puntuales del combate y la muerte.
A Rosaura la llevan al psiquiatra, el facultativo ausculta la división de los hemisferios cerebrales. Rosaura es esquizoide. ¿No somos todos un poco esquizoides? El diagnóstico no la amilana. Ella camina por las calles envuelta en la bruma y en una nostalgia letal. No encuentra a abril por ninguna ruina colonial, nos hay cantos en las mañanas para despertar el alba de los ideales, no encuentra a sus compañeros, los ve pero no son ellos, perdieron la magia, y ella camina sin rumbo, purgada por un tiempo del que no puede volver atrás. Rosaura quedó atrapada en las telarañas de la historia. La apresan, la llevan al manicomio. Es una loca que canta.
Es una loca que muere como los sueños, como la utopía, como los ideales de la Patria en Abril de 1965. La editorial Santuario acaba de reeditar esta obra, para ponerla en circulación en la Feria del Libro. Estaremos presentes de nuevo con Rosaura, rediviva, invencible en la novela-poema, que presentamos de nuevo.
TOMADO DEL LISTIN DIARIO
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