La
Habana, 6 mar (PL) Siempre tuvo la corazonada de que periodismo y
literatura eran primos hermanos, parientes de un mismo linaje, y fiel a
esa intuición el escritor colombiano Gabriel García Márquez comenzó a
abrazar un oficio nunca abandonado hasta ahora.
A los 85 años cumplidos lo sigue ejerciendo con la misma devoción, una envidiable dosis de sabiduría y talento, una mirada indagadora —irónica muchas veces—, y un espíritu reflexivo y abierto que le permite abordar la realidad en sus más variadas aristas.
De sus manos viajan a las del lector reportajes, crónicas y artículos, en los cuales cada acontecimiento es visto al derecho y al revés, desmenuzado, explorado en sus más íntimas costuras, calzado con el dato y la fuente precisos.
En su camino de la literatura al periodismo, y viceversa, descubrió que el parentesco más estrecho entre ambos fluía en el reportaje.
En los dos casos se trataba de contar una historia y atrapar al lector por las solapas sin dejarlo respirar hasta la última frase. Sólo con una diferencia inviolable y sagrada —explicó en una entrevista publicada en 1998 en el periódico La Nación, de Buenos Aires—: la novela y el cuento admiten la fantasía sin límites.
A los 85 años cumplidos lo sigue ejerciendo con la misma devoción, una envidiable dosis de sabiduría y talento, una mirada indagadora —irónica muchas veces—, y un espíritu reflexivo y abierto que le permite abordar la realidad en sus más variadas aristas.
De sus manos viajan a las del lector reportajes, crónicas y artículos, en los cuales cada acontecimiento es visto al derecho y al revés, desmenuzado, explorado en sus más íntimas costuras, calzado con el dato y la fuente precisos.
En su camino de la literatura al periodismo, y viceversa, descubrió que el parentesco más estrecho entre ambos fluía en el reportaje.
En los dos casos se trataba de contar una historia y atrapar al lector por las solapas sin dejarlo respirar hasta la última frase. Sólo con una diferencia inviolable y sagrada —explicó en una entrevista publicada en 1998 en el periódico La Nación, de Buenos Aires—: la novela y el cuento admiten la fantasía sin límites.
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