Jottin Cury dijo que luego del incidente el coronel Francisco Alberto Caamaño no demoró en manifestarle su aprecio por la gestión realizada.
Un episodio histórico ignorado
Eran los días duros de la revolución de abril. Los liberales, conocidos después universalmente como los constitucionalistas, que luchaban por una democracia aceptable, no tenían aún la experiencia política que guiara sus pasos conforme a las reglas de los tiempos imperantes. Pocos conocían los juegos sucios del imperialismo norteamericano, y aunque la actitud de Washington frente a la Cuba de Fidel Castro bosquejaba ya el rebañeguismo de la Organización de Estados Americanos (OEA), ignoraban que sus trapacerías alcanzaran extremos tan lastimosos en 1965.
Cuando estalla la contienda en los finales de abril, el obtuso William Tapley Bennet, entonces embajador de los EEUU, nación embarcada ya en su Guerra Fría con la Unión Soviética, y en este hemisferio con el castrismo de Fidel, torpemente asume partido por el gobierno de facto que detentaba el poder. Los militares insurgentes, seguidos por la inmensa mayoría de nuestro pueblo, vencen a los golpistas de 1963 y a la mimada oligarquía criolla que aduló a Trujillo durante un tercio de siglo.
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