“Mientras Nicaragua tenga hijos que
la amen, Nicaragua será libre”.
Sandino
Nadie puede a nivel continental negarle a Tomás Borge la condición de poeta y de revolucionario. Además, yo agregaría la de poeta de la fraternidad humana, amigo de Lenin, del materialismo histórico y fundador del FSLN para la liberación de Nicaragua de la intervención extranjera en Tegucigalpa en 1961.
El comandante Borge perteneció a esa extraña condición de hombre, que además de ser sandinista hasta los huesos, era también un revolucionario que se sentía orgulloso de ser socialista. El comandante Borge proyectaba un humanismo solidario con amor por los desamparados y luchó toda su vida contra la pobreza material y de espíritu, por aquellos que Franz Fanon llamó “los condenados de la tierra”.
El líder guerrillero sandinista perteneció a los hombres que el poeta socialista alemán Bertolt Brecht denominó “los imprescindibles”, es decir, los que luchan toda su vida, los que garantizan el ideal de la batalla por el socialismo, sin que por eso el comandante Borge abandonara su inmensa estatura sandinista o se alejara de la realidad de la política nacional, ni tampoco de la utopía socialista.
Su extraordinaria coherencia de su dialéctica guerrillera sandinista jamás tuvo ruptura con su análisis de las causas y los efectos del subdesarrollo de la sociedad nicaragüense y de las intervenciones extranjeras del pasado.
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