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lunes, 11 de junio de 2012

Para reducir la pobreza hay que analizar cualitativamente a los marginados


Leonora Ramírez 
   
Más que hacer un análisis cuantitativo de la pobreza, como ejercicio previo para aplicar programas que la erradiquen, es necesario extender las evaluaciones a la cotidianidad de la gente, a sus espacios de convivencia, porque según una investigación de la socióloga Tahira Vargas, hay un tejido social basado en expresiones que sostienen la vida en pobreza.

El estudio, realizado en el barrio La Altagracia, de Herrera, en el municipio Santo Domingo Oeste, le permitió establecer que no se puede intervenir en la pobreza de esos sectores tomando sólo en cuenta las unidades domésticas, ya que es preciso integrar las redes sociales de supervivencia.

Estas redes las identifica como los "sanes", apoyo en caso de enfermedad, préstamos de electrodomésticos, compra de artículos comestibles, rifas, préstamos y fiaos, y venta informal de ropa. Pero advierte que las mismas pueden convertirse en mecanismos de resistencia, a posibles intervenciones que se realicen en el barrio para reducir la pobreza.

"El ejemplo mismo es la donación de artículos comestibles o de tejidos. La que se otorga a familias desde los planes de erradicación de la pobreza fomentados por la gestión pública, no han tenido efectos en el barrio, porque no toman en cuenta la presencia de estas redes que redimensionan esas ayudas".

Al analizar las zonas marginadas desde su entramado social y su cohesión, a través de las relaciones de familiaridad, se percibe que en la lógica de la pobreza los factores económicos sociales se entretejen, según Vargas.

"La lógica económica de los moradores del barrio está permeada por las redes. Las decisiones económicas están matizadas por la consulta permanente al vecino y al familiar para ahorrar, para el uso y compra de artículos electrodomésticos que son la "inversión" de los moradores del barrio".

Desde esa perspectiva plantea que, si se estudia la pobreza desde el análisis de esas estructuras sociales, habría un mayor conocimiento de la realidad socio-económica del barrio y por tanto las posibilidades de intervención serían mejores.

LA VIDA EN EL BARRIO

"La pobreza en los barrios urbano-marginales de Santo Domingo, y sus expresiones en la estructura social a través de redes", fue realizado por Vargas y el equipo de investigación social del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). En el mismo se particularizan las redes de supervivencia entre mujeres y hombres, aunque por razones de tiempo y espacio la autora se explaya más en el área femenina. En tal sentido, plantea que los mecanismos de supervivencia entre las mujeres se tejen en redes coyunturales y permanentes.

Como anillo al dedo cae en ese renglón el "san", un medio de ahorro informal y cooperativo que demuestra la gran capacidad disciplinaria y administrativa de éstas. No sólo el aspecto material aparece en la cotidianidad del barrio; la solidaridad se presenta en el apoyo emocional en los casos de enfermedad y muerte.

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