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Resumir en breve espacio ocho décadas de su fecunda vida es un propósito inalcanzable. Por eso ni siquiera pretendimos hacer un esbozo biográfico. Cuando más, un breve repaso de su trayectoria como revolucionario, término que sintetiza muchos otros méritos, cualidades y virtudes de uno de los más importantes protagonistas de la Historia de Cuba y del mundo. |
Es tarea difícil para cualquiera, más para sus compatriotas, definirlo. No solo por el desafío de encontrar las palabras exactas. Su rechazo al elogio y a que se califique con su nombre o su apellido la Revolución, es de sobra conocido. De Martí, siempre ha dicho preferir más que ninguna otra la afirmación de que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
Pero es más difícil, en ocasiones como esta, abstenerse del reconocimiento público que merece su aporte a la Revolución que, juntos y bajo su guía, resistiendo siempre, seguimos haciendo por esta Patria que es la Humanidad. No reconocerle sus méritos, sería negarnos a la justicia que con los hechos de su propia existencia nos ha enseñado.
Valgan entonces las imágenes siguientes, acompañadas de expresiones de su pensamiento a lo largo de estos años, como homenaje de esta revista por las ocho décadas de su vertical, digna y fecunda vida, querido Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
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“Yo nací en 1926, el 13 de agosto; creo que como a las 2:00 de la madrugada. Parece que la noche pudo haber influido después en mi espíritu guerrillero, en la actividad revolucionaria”.
“Estoy completamente de acuerdo con mi nombre, por la fidelidad y por la fe. Unos tienen una fe religiosa y otros otra; pero sí he sido un hombre de fe, confianza, optimismo”.
“Creo que toda la vida tuve una idea de lo justo y de lo injusto, y bastante temprano porque lo vi y lo sufrí. Creo que el ejercicio físico y el deporte también pueden enseñar: el rigor, la capacidad de soportar un esfuerzo grande, la voluntad de alcanzar un objetivo, la disciplina que uno se impone a sí mismo” (Fidel y la religión. Conversaciones con Frei Betto).
Fidel tras el presidio
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“Quien está hablando aborrece con toda su alma la vanidad pueril y no están ni su ánimo ni su temperamento para poses de tribuno ni sensacionalismo de ninguna índole. En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá” (La historia me absolverá. Alegato de defensa en el juicio del Moncada, 16 de octubre de 1953).
“Con todo el respeto y la admiración de quien parte mañana para emprender una lucha de la que no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies”. Dedicatoria de una foto, fechada el 6 de julio de 1955.
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