Todo lo que produce un país se suma cada año y al total
de esa suma se le llama Producto Nacional Bruto, o PNB.
Para
que un país o un cierto número de países progrese, su PNB tiene
que aumentar por año más que su población.
Esto puede explicarse con un ejemplo. Si un hombre que hace sillas
de mesa produce al mes 100 pesos —cualquiera que sea la moneda de su país—, y
con esa entrada puede mantener a su mujer y a dos hijos, al tener otro hijo el
dinero no le alcanzará para que la familia viva al mismo nivel que antes; si le
nacen dos hijos más, la situación de la familia será más estrecha, y llegará el
momento en que ya no podrá mantenerse con la misma entrada. O ésta aumenta o se
pasarán estrecheces.
En el caso de un país, el aumento
del PNB tiene que ser cada año superior no
sólo al aumento de la población, sino que además deberá ser superior en una
cantidad determinada.
Si
la población aumenta un 1 por ciento, el PNB tiene
que aumentar más de esa proporción. ¿Por qué? Porque por cada 1 por ciento más
de personas hay que invertir al año siguiente un 3 por ciento del PNB
de ese año debido a que sin esa inversión no sería posible
aumentar la producción en la cantidad que hace falta para alimentar, vestir y
dar techo a ese 1 por ciento que nació el año anterior.
El
asunto es complicado, pues este año nacen los niños, pero los que habían nacido
seis años antes y están vivos todavía, entran este año en la escuela, de manera
que hay que hacer más escuelas para ellos; los que habían nacido hace
diecisiete años entran este año en edad de trabajar, y es necesario que se
monten fábricas para que encuentren trabajo. Hay especialistas que consideran
que la inversión del 3 por ciento del PNB no
es suficiente para cubrir todas las necesidades que tiene una población que
crece un 1 por ciento al año y que debe invertirse el 4 por ciento del PNB.
Ahora bien, en la América Latina la
población aumenta cada año a razón de 2,9 personas por cada 100 habitantes, y eso
quiere decir que los países latinoamericanos deben invertir en conjunto el 8,7 por ciento
de su PNB
cada
año, si es que se está de acuerdo con los que opinan que la inversión de un 3
por ciento por cada 1 por ciento de aumento de la población es suficiente,
porque si se está de acuerdo con los que piensan que lo correcto sería invertir
el 4 por ciento, entonces la inversión total deberá ser el 11,6 por ciento del PNB.
En la América Latina no está haciéndose ni lo
uno ni lo otro. La inversión del conjunto de nuestros países no llega a esas cifras,
salvo los pocos años de precios muy buenos que coincidan con cosechas muy
buenas, cosa que se da muy pocas veces. En algunos países la inversión puede
llegar y hasta pasar del 8,7 por ciento o del 11,6 por ciento, pero no siempre
y nunca en todos.
En el mundo hay países que invierten
cada año proporciones muy altas de su PNB, y debido
a esa alta inversión aumentan también cada año su PNB de manera notable, lo que les permite disponer cada vez de
más y más riquezas dado que sólo es riqueza lo que se produce. Por ejemplo, en
1966 el Japón invirtió 33 centavos de dólar de cada dólar que produjo en 1965;
Suiza invirtió casi 28 centavos de cada dólar; Alemania del Oeste, un poco más
de 26 centavos; Italia y Holanda, un poco más de 24 centavos, y aunque en ese
mismo año (1966) hubo un país latinoamericano que invirtió casi tanto como el Japón,
ese país es el único en toda América Latina que dispone de grandes entradas
debido a su enorme riqueza petrolera y minera, y nos referimos a Venezuela.
Los países del Mercado Común
Centroamericano —que son Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica—
invirtieron en 1966 12 centavos de cada dólar producido en 1965; Chile invirtió
11 y Bolivia 7. Ahora bien, esos números dicen poco si no se relacionan con el
aumento de la población. La población de Costa Rica, por ejemplo, crece a razón
de 3,8 anual por cada 100 personas, de manera que si debe invertir anualmente
el 3 por ciento por cada 1 por ciento de aumento de su población, en1966 debió
invertir el 11,8 por ciento de lo que produjo en 1965, y si invirtió el 12, que
es sólo 2 décimas de centavo más que el 11,8, no podía esperar en 1966 ningún
progreso importante a menos que lo tuviera por causas naturales, como tiempo
excepcionalmente bueno para el café, que es su principal producto de
exportación; y el tiempo excepcionalmente bueno o malo no puede predecirse, de
manera que contando con él es imposible planear el desarrollo de un país. Pero
hay algo más que aclarar, pues el tanto por ciento del PNB que se invierte puede ser bajo, aunque la cantidad parezca alta;
eso depende de cuál fue el aumento del PNB en los años
anteriores. Así, en relación con el PNB de 1960,
calculando éste en 100 dólares, el PNB de Uruguay
en 1964 había bajado a 93, lo que quiere decir que fue de menos 7; Honduras no
aumentó ni un centavo entre 1960 y 1964; Ecuador aumentó en ese tiempo sólo 2
dólares; Argentina, que había subido de 100 en 1960 a 107 en 1961, bajó 6 en
1963, de manera que en 1964 sólo había aumentado 3 sobre 1960; así, al invertir
en 1966 el 21 por ciento de su PNB de 1965, Argentina estaba en
realidad invirtiendo menos de lo que necesitaba para equilibrar el déficit que
tenía.
De acuerdo con el
criterio del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial para la
Reconstrucción y el Desarrollo, los países de la América Latina necesitan
crecer año por año a razón de un 5 por ciento; es decir, deben producir cada año
105 dólares por cada 100 producidos el año anterior; pero de esos 105 tienen
que invertir de 15 a 20, lo que significa que hay que producir 105 y consumir
sólo de 85 a 90. Pues bien, si suponemos que en 1960 se produjeron 100, en 1961
se produjeron 105, pero el aumento en 1962 fue sólo de 3,6 y en 1963 de 1,9, y
aunque en 1964 se llegó a 6,4, ya estábamos en déficit, y para cubrir ese
déficit debió haber en ese año de 1964 un aumento no de 6,4 sino de 9,5; en
1965 sólo llegamos a 4,8, en 1966 a 4,6 y en 1967 a 4,3 (Naciones Unidas, Estudio económico de América Latina 1967,
p.5, cuadro Nº 3). Como puede verse, a lo largo de siete años sólo se alcanzó
el aumento de 5 por ciento o más en dos años, en uno no se llegó a 4 y en otro
no se llegó ni a 2 por ciento. Son varios los países de la América Latina que
no pueden ahorrar del 15 al 20 por ciento de su producción anual; algunos como
Guatemala, Barbados y la República Dominicana ahorran sólo del 5 al 10 por
ciento, lo que está muy lejos de lo que se requiere para mantener un ritmo de
desarrollo; otros, como Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Honduras, México,
Paraguay y Uruguay, van del 10 al 15 por ciento (ver André Lewin, en
publicaciones del Instituto de Administración Pública, París: Chapitre VIII a XII, Fasc. III, Années 1967-1968, pp.25-26). En años de buenas cosechas
que sean también por coincidencia de buenos precios para algunos de sus
productos, unos cuantos países latinoamericanos llegan a ahorrar del 15 al 20
por ciento de su producción. Pero lo cierto es que las inversiones no aumentan.
El coeficiente global de inversión interna bruta que fue de 18,1 en 1960 bajó
al 17,2 en 1967 y sólo en 1961 subió a 18,6; a partir de ese año, en ningún
otro llegó a 18, y en 1963, 1965 y 1966 no alcanzó a 17 Estudio económico de América Latina 1967, p.5, cuadro 4). Si se
saca de ahí un país como Venezuela, el
coeficiente bajaría a menos del 15, y si se saca México, bajaría mucho más, lo que quiere decir que la mayor parte de los países tienen un coeficiente de
inversión interna bruta totalmente inadecuado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario