Pitágoras emprendió la tarea de recuperar lo que fuera posible de la invalorable obra de Orfeo, que fue destruida, por los que a la sazón detentaban el poder en Grecia, con el perverso propósito de impedir que el conocimiento llegase a estar al alcance de sus sometidos.
Poco pudo rescatar Pitágoras de la inmensa obra de Orfeo, pero fue suficiente para precisar la magnitud de la pérdida en materia de sabiduría, conocimiento que Orfeo legaba a la humanidad.
¿Hay alguna diferencia con lo que sucede ahora en la agricultura de América Latina y el Caribe? Parece que alguien frenó el conocimiento hace más de 50 años y somos ahora Analfabetas en Agricultura porque, dice Toffler en “El Cambio del Poder” que “Los analfabetas del siglo 21 no serán los que no puedan leer y escribir, sino los que no puedan aprender, desaprender y volver a aprender”.
Es que, el conocimiento se renueva a tal velocidad que lo que sabíamos hacer bien y era exitoso hace unos años, hoy quizá no lo sea, e inclusive puede haber pasado o estar pasando a la obsolescencia. Los conocimientos se multiplican a velocidades astronómicas, a ritmo tal que, en muchas ocasiones, ni siquiera son alcanzados por las mallas curriculares de la academia, peor aún por el campesino común y corriente.
Para probar este aserto, baste preguntar cuánto realmente sabemos, enseñamos y practicamos de:
Biotecnología, Trofobiosis, Alelopatía, Rotación de cultivos, Germinación Protegida, Plasticultura, Acolchamiento de Suelos, Creación y administración de microclimas (invernaderos y microtúneles), Administración de recursos hídricos, Riego Tecnificado, Sistemas de Drenaje, Semillas, Bandejas y Sustratos para Germinación, Insumos (Compost, Lombricultura, Lombricompuestos), Innovaciones en Maquinaria, Balanzas, Instrumentos, Herramientas, Métodos, Técnicas, Modelos, Prácticas, Materiales, Diagnóstico y correcto análisis e interpretación de suelos y aguas, Enmiendas, etc. y qué de otras ciencias esenciales para el agro como Economía, Estadística, Administración, Negocios internacionales, Derecho agrario, por citar solo algunas fundamentales en la agricultura moderna, no en la agricultura que aún hacemos en nuestras empobrecidas tierras utilizando las técnicas de los bisabuelos de finales del siglo 19, sino en la agricultura que eficientemente ejercitan nuestros competidores, los que producen en otros países aplicando innovación para la eficiencia. Véase este gráfico:
Obsérvese que España solo cosechaba 31/2 t/ha hace 50 años, ahora rinde 75 t/ha (21 veces más). Hace 50 años obtenía 7.000 toneladas en 2.000 hectáreas, ahora cosecha 515.000 toneladas (73 veces) poco más que triplicando la superficie: en 6.800 hectáreas.
Fresa es solo un ejemplo para ilustrar la idea. Igual, y hasta con diferencias peores, sucede en el caso de otras especies fundamentales de la seguridad alimentaria o de la generación de divisas.
Nadie se queje del desempleo si NO se ha hecho absolutamente nada para activarlo en el agro, ni de la emigración del campo a formar los cordones de miseria que “adornan” tristemente las ciudades, ni de la emigración a otros países a desempeñar bajos oficios para convertir las remesas en uno de los primeros renglones de aquello que llaman “Economía”, ni del hacinamiento en las cárceles, ni de la inseguridad en las calles… No. No hay que quejarse, hay que actuar ya, proceder en la dirección correcta como lo indica el sentido común.
El sector “alimentos” es uno de los de mayor y más sostenido crecimiento. En esa creciente demanda, surge inimaginable cantidad de oportunidades que deberían ser permanentemente exploradas, auscultadas, reconocidas y, por supuesto, atendidas y satisfechas. Muchas veces no las aprovechamos porque, amparados en la coraza de la experiencia bloqueamos las oportunidades y ponemos tranca a todos nuestros sentidos.
Una subrepticia amenaza que se cierne hoy sobre los negocios rurales es la palabra“Experiencia” con la cual encubrimos nuestras ineficiencias y le cerramos las puertas a las oportunidades. Claro está que la experiencia es importante pero tiene que estar alineada con la innovación: Experticia.
La debilidad principal, aunque no identificada por la mayoría de agricultores y agroindustriales, es la Baja Productividad derivada del limitado nivel de conocimiento, investigación y transferencia tecnológica, con incidencia sensible en los costos y en la calidad, es decir, en la Competitividad, lo cual tiene repercusiones económicas, sociales y ambientales de grandes proporciones.
La innovación se erige, entonces, como la espuela que estimula el dinamismo de las empresas agrícolas y agroindustriales para actualizarse y no perder el tren de la competitividad, fundamental en este mundo de negocios cada vez más abiertos y globalizados. Einstein sentenció: “Si la educación te parece cara, prueba con la ignorancia” y Nelson Mandela ratificó: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Únicamente con avances en productividad, reflejados en buenas relaciones Costo/Beneficio, es posible hablar en serio de una Agroindustria que no se limite solo a eventuales ventanas de oportunidad, sino que esté preparada para asumir los retos de la globalización en la que ya estamos inmersos y para enfrentar los desafíos que entrañan los avances y exigencias de los mercados internacionales en el presente y en el futuro
* Ferley Henao, coautor de los libros “Desarrollo Económico Local, El Rol del Municipio” publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo BID y “Agricultura Limpia, Eficiente y Rentable para el Desarrollo” publicado por T. P. AGRO; Asesor en Chile del Proyecto FIC/UTA Fondo de Innovación para la Competitividad y Universidad de Tarapacá; Consultor de la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnico SWISSCONTACT; Responsable del Programa de Fortalecimiento Extracurricular de la Facultad Técnica para el Desarrollo en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
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