Un miembro del cuerpo de protección y amigo personal del general Omar Torrijos Herrera, rememoró la siguiente anécdota sobre el legendario líder panameño con relación a la primera vez que visitó nuestra amada Isla y así la contó en su libro Mi general Omar Torrijos (1987): “Los de la escolta íbamos uniformados de fatiga, con zambrán y cantimplora, pero sin armas. El general Torrijos las había prohibido. ‘A la casa de un amigo —nos dijo—, no se llevan armas’”.
Cuando este 11 de abril disfrutábamos de la victoria sin precedente de nuestro pueblo y su Revolución, en el apropiado escenario de la ciudad de Panamá, de inmediato llegó a mi memoria el recuerdo imperecedero del general Omar Torrijos Herrera; su presencia se hizo vigente, porque sin dudas, esta también es su victoria; no olvidemos que él, le fue absolutamente fiel a nuestro pueblo y llevó adelante la lucha por la defensa de la soberanía y la justicia a favor de la Revolución Cubana en todas partes. Recordemos también, que el propio compañero Fidel, el 10 de abril de 1976, cuando Torrijos visitaba la ciudad de Santiago de Cuba, lo calificó como “un símbolo de los esfuerzos por la unidad continental en el combate por su identidad y su integración definitiva… y un amigo consecuente, leal y digno”.
Por eso en estos días luminosos de primavera para los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, cuánto he recordado a Omar Torrijos, al entrañable amigo que nos tendió su mano generosa y solidaria con valentía y sin vacilación alguna y los cubanos no olvidaremos jamás, que cuando otros dudaban o se atemorizaban ante las presiones y amenazas del Imperio, Omar Torrijos fue firme y fue fiel, aun en las más difíciles circunstancias, y proclamó el derecho de Cuba a su plena soberanía e independencia y a otorgarse libremente el camino escogido por su pueblo. Por eso dijo en una de las sesiones del Consejo de Seguridad de la ONU celebradas en Panamá en 1973: “Cada hora de aislamiento que sufre el hermano pueblo de Cuba, constituyen 60 minutos de vergüenza hemisférica”.
Hoy cuando se produce este acto de justicia con la Revolución Cubana, con la patria de Martí y de Fidel, de tal forma que se logró el propósito de que Cuba no fuera excluida de la Cumbre, dado el prestigio y autoridad de que goza en Latinoamérica y el Caribe y porque como bien dijo Cristina Fernández —la presidenta de la hermana República Argentina— Cuba está aquí porque luchó por más de 60 años con una dignidad sin precedentes…, Cuba está aquí porque fue conducida y dirigida por líderes que no traicionaron su lucha y fueron parte de ella, Cuba está aquí por esas razones y no porque apretó la mano de alguien, el recuerdo de Torrijos se hace más vigente que nunca.
No olvidemos que Torrijos pertenece a la legión de próceres y pensadores de nuestra América, cuyas acciones e ideas sirven de fundamento a los nuevos caminos de la Revolución en el siglo XXI, y hoy se ve claro que esta es la cantera principal para las grandes transformaciones culturales e ideológicas que necesita el mundo en esta centuria. Es que los vínculos históricos entre Panamá y Cuba han trascendido el pasar de los tiempos, pensemos que algunos de los más relevantes patriotas cubanos estuvieron en ese territorio, como son los casos de Máximo Gómez y Antonio Maceo, que fueron trabajadores en las obras de construcción del Canal y, luego, José Martí, que también cruzó por tierras panameñas, o Fidel cuando se dirigía al Congreso Estudiantil de Colombia, en 1948, o nuestro Guerrillero Heroico, el Comandante Ernesto Che Guevara, cuando como joven médico constataba las dramáticas realidades de nuestros pueblos.
Recordemos que uno de sus méritos más sobresalientes es que, procedente de las fuerzas armadas, rompió la vieja tradición reaccionaria de sometimiento de los militares latinoamericanos al imperialismo yanqui; y hoy lo estamos viendo, porque ya cada vez se hace más difícil que el Imperio pueda utilizar a los militares latinoamericanos para los golpes de Estado en nuestra América y este camino se abrió con figuras como la de Torrijos y Velazco Alvarado y, ese camino creció sin límites hasta llegar, desde luego, a la figura sin par del Comandante Hugo Chávez. Por eso, cuando pensamos en Bolívar, Martí, o en muchos de los grandes hombres de América, tenemos que pensar también en Omar Torrijos.
Bien conocemos que el rescate de la soberanía panameña sobre la Zona del Canal y sobre esa vía interoceánica, fue una lucha histórica de ese pueblo hermano, que culminó exitosamente bajo su dirección. De manera firme y audaz, inteligente y consecuente, Torrijos condujo las más difíciles y complejas negociaciones, lo que concitó una verdadera ola de solidaridad en América Latina, el Caribe y en el mundo entero y, asimismo, fue capaz en esa favorable coyuntura internacional de lograr los tratados que pusieron fin a ese enclave colonial en el mismo corazón de América. Aquellas luchas históricas por el Canal que él protagonizó, costaron el sacrificio y la sangre de los panameños de varias generaciones y en ellas se destacaron especialmente sus estudiantes. Él mismo, desde sus días estudiantiles y juveniles en Veraguas, hizo suya la causa nacional y la llevó adelante a lo largo de toda su fructífera vida de combatiente.
Él fue el más grande de los hombres de este pequeño país, al que logró proyectar, como nunca antes, en el escenario mundial. Desde entonces Panamá dejó de ser el simple emplazamiento y enclave de un Canal yanqui en la cintura de América y comenzó a brillar con luz propia en la lucha por la soberanía sobre la llamada Zona del Canal.
El general Omar Torrijos Herrera, el insigne patriota panameño, el líder indiscutible de ese pueblo hermano, el defensor irreductible y victorioso de su soberanía, el impulsor como nadie de su desarrollo económico y social, el amigo y compañero de todos los pueblos del Tercer Mundo en sus luchas por la liberación nacional y, muy en particular, el amigo y compañero de la Revolución Cubana, falleció en un sospechoso accidente de aviación el 31 de julio de 1981; en varias versiones de las causas que dieron lugar al fatal siniestro se afirmaba que los instrumentos de la nave aérea habían sido interferidos desde tierra, pero esta hipótesis nunca pudo ser confirmada. Qué ejemplo, qué enseñanza la de Torrijos, porque logró algo que no se logra fácilmente, la conquista sobre una posesión extranjera en su propio territorio, la conquista sobre una posesión norteamericana, en paz y sin guerra; las enseñanzas de Torrijos nos hacen sentirnos sumamente honrados porque admiramos a Panamá, admiramos las luchas de los panameños desde los años cuarenta y cincuenta.
Omar Torrijos es uno de los artífices de la nueva realidad que vivimos hoy, su ejemplo y su acción no pudieron ser desaparecidos ni estrellados contra un cerro, su ejemplo y su acción viven y se insertan en esta América Latina y en el Caribe de hoy que es la expresión de sus sueños, sus aspiraciones y sus luchas. Por eso nuestro recuerdo imperecedero y nuestro homenaje, el del pueblo cubano y el de sus amigos Fidel y Raúl, a Omar Torrijos Herrera como figura imprescindible en la historia americana, que participa junto a nosotros de este feliz momento de justicia para el pueblo cubano, su invicta Revolución, Fidel y Raúl, por lo que tanto luchó. Por eso en este minuto de gloria pensamos en él, porque en esta histórica victoria de la Martiana Revolución de Fidel, en la Cumbre de Panamá 2015, el pueblo cubano recuerda al inolvidable general Omar Torrijos con agradecimiento eterno.
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